El machismo y el lenguaje. Parte IV: Lingüística política
No suelo hacerlo, pero en esta ocasión he empezado la casa por el tejado. Y es que el verdadero motivo que me empujó a escribir esta serie os lo voy a desvelar hoy.
Por desgracia, la lingüística muchas veces se ve contaminada por la política. Las lenguas son armas muy afiladas, y todos los días vemos ejemplos de ello. Y cuando la Lingüística se convierte en una excusa al servicio de la política, algo estamos haciendo mal.
En este último post analizaremos dos ejemplos de la influencia de la política en el lenguaje, lo que algunos llaman “lenguaje políticamente correcto”. Quizás me ha quedado un poco largo, pero espero que valga la pena.
De leones, leonas, señores y señoras
De este primer ejemplo ya di algunas pistas en el primer post de la serie. Efectivamente, me refiero a la petición por parte de Podemos de convertir el Congreso en un lugar políticamente correcto. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy con el PP. Solo que yo voy a dar mis argumentos desde el punto de vista del lenguaje.
La propuesta consiste en retirar el sintagma “de los diputados” de esta hermosa fachada, puesto que es sexista, ya que no menciona a las mujeres.
Sexista es separar a hombres de mujeres. Sexista es pensar que una mujer no puede realizar la misma función que un hombre en igualdad de condiciones. Sexista es admitir que un diputado es una cosa diferente de una diputada.
Y es que el plural “diputados” actualmente incluye a las diputadas, os guste o no (antes no las incluía porque no había diputadas). Como vimos en el post anterior, da lo mismo que el género no marcado sea el femenino o el masculino, la importante es que nos represente a todxs.
Si pretendemos que se diga siempre “diputados y diputadas”, por la misma regla de tres mis compatriotas podrían quejarse de que no se habla de “diputados españoles y catalanes”. Si en el segundo caso nos parece absurdo, ¿por qué en el primero no? No digo que en algunos casos concretos no haya que especificar, digo que hacerlo siempre es ilógico, irrelevante y contrario a la economía del lenguaje.
Que el género no marcado sea el masculino tiene su lógica en casos como este donde en un principio no había mujeres. Incluir un tercer género para el plural que aglutine masculino y femenino, como hemos visto, hasta el momento no ha sido necesario para ninguna de las lenguas que conozco. Y seguirá sin serlo mientras el emisor y el receptor entiendan que la palabra “diputados” en el contexto España engloba a todos y todas los diputados y diputadas, desde Andalucía hasta Galicia, desde el PP hasta Izquierda Unida.
Y un último argumento: Ya que nos ponemos a cambiar cosas, ya que un diputado no hace lo mismo que una diputada, tendríamos que cambiar el diccionario entero. Todas las entradas “machistas” habría que duplicarlas. Es decir, que en vez de “diputado, da” tendríamos que tener una entrada para “diputado” y otra para “diputada”. Y así con todos los nombres y adjetivos que lo requieran.
Tabúes
El mismo día que leí la noticia, vi un anuncio en facebook de cierta ONG que me invitaba a descargar una guía gratuita, editada por ellos mismos, para identificar y evitar el uso de lenguaje sexista. Por supuesto, no pude evitar descargármela para analizarla. Si vosotros también tenéis curiosidad, pinchando en la imagen la podréis obtener (no me llevo comisión ni estoy afiliada a Intermón, que quede claro). Me consta que otras ONGs tienen guías de estilo más o menos iguales, aunque no sean públicas.
Esta guía no tiene desperdicio. Políticamente será impoluta, pero lingüísticamente es bastante desacertada. Como no sabemos quién está detrás de ella, tampoco sabemos a qué se dedica, pero os aseguro que lingüista no es.
Para empezar, ojo a la definición que hacen de lenguaje sexista:
Se
denomina lenguaje sexista a aquel que contiene algún tipo de discriminación
a un colectivo, que no se ve reflejado de forma gramatical en
la forma de hablar o de escribir.
Lo que demuestra mi teoría del ejemplo anterior: es igual de sexista no reflejar explícitamente a las mujeres en el grupo de los diputados que a los catalanes.
Quisiera comentarla toda pero necesitaría muchos posts para hacerlo y repetiría cosas que ya he dicho, así que os lo dejo como deberes. Insisto, mientras tanto en la mente del emisor como en la del receptor el mensaje sea el mismo, no hay que culpar al lenguaje, y tampoco hay necesidad de jugar con las perífrasis redundantes como nos proponen los amigos de Intermon.
Solo una cosa más, por si después de cuatro posts no hubiera quedado claro: usar el género no marcado NO es sexismo porque el género no marcado incluye el marcado pero no a la inversa. Aparte de todo, identificar el género gramatical con el sexo es, desde el punto de vista lingüístico, un error.
Podría seguir con este tema, pero por el momento es hora de dejarlo. Espero haber abierto un espacio para la reflexión, y haber demostrado que la respuesta a la pregunta “¿es sexista el lenguaje?” no es tan simple como un “sí” o un “no”. ¡Gracias por haber llegado hasta aquí!
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